Maickel Melamed

Maickel Melamed: movilizador de entusiasmos

Poco antes de nacer, Maickel Melamed enfrentaba ya su primer reto. El 27 de abril de 1975 consiguió sobrevivir a la asfixia que le provocaba el cordón umbilical durante el parto. Aun así, las noticias no eran alentadoras. Los médicos le diagnosticaron distrofia muscular, un estado de inmovilidad general del cuerpo. Y lo peor: le dieron apenas una semana de vida. Sus padres decidieron revertir el impacto de la noticia aferrándose al espíritu de la contradicción: su hijo no sólo se salvaría, sino que sería tratado como cualquier otro niño. Tal convicción familiar, templada en el amor y la entereza, resultaría decisiva en la vida de Maickel Melamed, un hombre que no ha cesado hasta el día de hoy en su empeño por movilizar entusiasmos propios y ajenos.

Desde sus primeros meses de vida, y gracias al respaldo de gente que lo quiso y ayudó sin sobreprotegerlo, Melamed logró superar en gran medida su inmovilidad física. Además de sus padres y hermanos, su nana significó una persona importante en su niñez; una segunda madre. De ella recuerda con especial agradecimiento que fue la mujer que se aprendió el alfabeto para luego enseñárselo. Posteriormente, Melamed ingresó en la misma escuela donde estudiaban sus hermanos. “Los maestros que trabajaron conmigo –recuerda– se arriesgaron a romper lo que dictaba el esquema educativo de ese momento. A personas como yo solían mandarlas a lugares para gente muy particular, donde permanecer tirado en una cama era lo más adecuado. Mientras los niños estudiaban y se formaban, a la gente como yo sólo le quedaba sobrevivir. Mis maestros rompieron ese paradigma. Generaron espacios de inclusión donde me sentía forzado a aportar desde mis propias capacidades”. De esa época de profesores comprometidos con su formación, Avelina, su maestra de historia de Quinto Grado, ha permanecido indeleble en su memoria. Aunque era una señora mayor que se vestía y pintaba el pelo de forma bastante llamativa, por lo que varios alumnos la tildaban de loca, Melamed asegura haber aprendido una frase esencial de sus clases: la historia consiste en echar un cuento. “Ahora que me dedico a construir historias –afirma convencido– admito que todo eso se lo debo a la frase de esa profesora”.

Sus compañeros no hicieron menos que sus profesores en esa labor de integración. En los recreos, por ejemplo, preferían quedarse en el pasillo del colegio para acompañar a Melamed en vez de salir al patio, y cuando tocaban días de fútbol, lo nombraban entrenador o dueño del equipo, y hasta utilizaron una pelota de golf para que él pudiera sumarse a la cancha y jugar con ellos. De modo que varios de sus condiscípulos fueron también maestros ejemplares en esa escuela de la solidaridad que representaron sus primeros años de vida colegial.

Al graduarse de bachiller, Melamed estudió Economía en la Universidad Católica Andrés Bello. Después de haberse destacado como alumno y líder estudiantil en esa casa de estudios, viajó a Londres donde se preparó en una de las disciplinas más exigentes: aprender a vivir solo. Cuando decidió regresar a Venezuela, ya había asumido su verdadera vocación: ser un motivador de conciencias. Empezó a trabajar en organizaciones juveniles en Venezuela y Latinoamérica, también como profesor de Ética y Valores, se preparó en Psicoterapia Gestáltica y se aficionó al teatro y a los deportes extremos como parapente, paracaidismo, buceo, alpinismo y atletismo. Su trabajo como conferencista, facilitador y tallerista lo ha llevado a países como Colombia, México, Perú, Costa Rica y Estados Unidos. Melamed cuenta además con varios libros en su haber: El sueño y el vuelo –libro infantil ilustrado por Fernando Belisario–, y los textos de carácter autobiográfico y motivacional, Si lo sueñas, haz que pase y Ruta para un sueño. Asimismo, protagonizó, junto con el corredor keniano Shadrack Maiyo, la película Vamos –dirigida por Braulio Rodríguez–, en la que relata su experiencia al completar el célebre Maratón de Nueva York del año 2011; uno de los varios maratones en los que ha participado internacionalmente.

Si la Economía es la ciencia que estudia los recursos, la creación de riqueza y la producción, distribución y consumo de bienes y servicios, para satisfacer las necesidades humanas, entonces Maickel Melamed ha sabido aplicar con propiedad los principios de la carrera en la que se graduó, en función de unos bienes y servicios motivacionales que se conectan con la necesidad de historias inspiradoras. Eso explica que miles de personas reconozcan en él la viva imagen de una existencia al margen de derrotismos. Una lección de optimismo que recorre el mundo sin prisas, para dejar mejor impresa la huella de un mensaje a prueba de imposibles.

Luis Yslas

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