César Miguel Rondón

César Miguel Rondón: la construcción de una voz

Aunque César Miguel Rondón es reconocido actualmente como la voz radial que despierta al país de lunes a viernes, su trayectoria trasciende el espectro de la radiodifusión y abarca largos años de solvente oficio en el periodismo, la publicidad, la televisión, el cine, la música, la literatura y el teatro. Aquí rememora su temprana formación educativa que empezó a cincelar la imagen de un hombre que hoy es una de las personalidades con mayor credibilidad entre los venezolanos.

Formado en las escuelas de Filosofía de la Universidad Central de Venezuela, y de Comunicación Social en la Universidad Católica Andrés Bello, César Miguel Rondón se inició en la radio en los años 70. De allí en adelante, su labor en diversas emisoras ha sido firme e ininterrumpida, destacándose como productor y conductor de exitosos programas musicales, noticiosos, de entrevistas y opinión. También ha dejado su impronta en la televisión y el cine, destacándose como director, productor, animador, entrevistador y autor de telenovelas, series, miniseries y películas. Asimismo, se ha desempeñado como columnista en distintos medios periodísticos y forma parte del equipo fundador de la Revista Comunicación, en el Centro Pellín de la Compañía de Jesús, una de las principales publicaciones de investigación de la comunicación en Latinoamérica. En su bibliografía se cuentan títulos como El Libro de la Salsa, Crónica de la música del Caribe urbano (1979), País de estreno (1988), Ellos que se conocen tanto (2009), Armando el rompecabezas de un país (2012) y País de salida, bitácora de la debacle (2015). Más recientemente, ha participado como guionista de espectáculos musicales tales como El libro de la salsa en vivo (2011), En la vida hay amores… (2013) y El club de los porfiaos (2015). Su amplio conocimiento sobre música ha hecho que sus textos aparezcan en varias carátulas de álbumes venezolanos. Entre los galardones acumulados en su carrera se encuentran el Premio Publicidad y Mercadeo (recibido en ocho ocasiones), Premio Nacional de Cine, Premio ANAC, Premio Nacional Casa del Artista, Venus de la Prensa, Guaicaipuro de Oro, Premio Monseñor Pellín 1999 como Hombre de Radio, y la distinción de Hombre de Televisión del Año, otorgado por la Conferencia Episcopal Venezolana.

Hijo de padres venezolanos en el exilio, César Miguel Rondón nació en Ciudad de México el 18 de noviembre de 1953. En esa vasta metrópoli, donde cuenta que su madre le compró su primer libro –Mickey Mouse va a la luna–,vivió durante cinco años hasta que el derrocamiento de Marco Pérez Jiménez en Venezuela estimuló el regreso de su familia a un país que empezaba a festejar la llegada de la democracia. Fue como un segundo nacimiento para el niño César Miguel, quien comenzó a hacer suyas las calles de Propatria, primero, y luego las de El Paraíso, en esos iniciáticos años de asimilación caraqueña.

En sintonía con los aires de renovación que se respiraban en el país, sus padres lo inscribieron en el colegio Santiago de León de Caracas, bajo la disciplinada dirección de Rafael Vegas, fundador de la institución. De aquellos profesores, Rondón recuerda al propio Rafael Vegas, preocupado por enseñar a pensar a sus alumnos; al profesor de matemáticas, el republicano español Farrugia, ajeno al caletre y dado más bien a la explicación de las fórmulas aritméticas;y a la profesora de Historia, la señorita Maritza, quien solía dibujar el mapa de Venezuela en el pizarrón con tizas de colores, y trazar luego un detallado cruce de líneas y nombres que ponía la historia en movimiento. De modo que la historia, junto con la literatura, fueron dos de sus materias predilectas, pues ambas compartían esa naturaleza narrativa que tanto lo cautivaba.

No sin vergüenza, pero con tono risueño, Rondón recuerda también las clases de Manualidades impartidas por Cándido Millán, las cuales le resultaron tan difíciles que estuvo a punto de aplazar la materia. Sin embargo, no deja de reconocer la calidad docente del profesor Millán, quien le enseñó a apreciar tanto el arte de Miguel Ángel como el funcional diseño de un bolígrafo, en un estilo de enseñanza que apuntaba al conocimiento integral.

Convencido de que la constancia es una de las claves para edificar una idea, un proyecto, una vida, César Miguel Rondón asegura que el oficio del maestro –ejercicio ejemplar de constancia– es el más importante de todos porque en las manos de estos profesionales se encuentra el porvenir de un país. “Yo no rezo, pero si lo hiciera lo haría por ellos”, confiesa en este repaso de su experiencia como alumno, en el que subraya cuán decisiva es la labor pedagógica en la construcción de una historia que es, a un tiempo, personal y colectiva.

Luis Yslas

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