Después de largos años dedicada a la educación en bachillerato y, posteriormente, universitaria pre y postgrado, surgió la oportunidad de iniciar a los pequeñitos en el idioma inglés. La energía inagotable y la constante curiosidad, son las características propias de esa edad. En principio, ideé un breve canto de entrada, que es una alabanza divina, pretendiendo con ello ponernos en sintonía espiritual, captarlas y centrarnos para emprender la hora de clases y aprovechar al máximo el aprendizaje.
Puedo recomendar ésta simple práctica a mis colegas educadores, ya que los pequeños, al verme entrar al ambiente de trabajo, de inmediato comienzan