La buena conducta es fundamental para el aprendizaje y el alumno debe entender que va de la mano del rendimiento escolar. Los maestros están obligados a establecer niveles de orden y respeto que resguarden el derecho de todos a estudiar. He aquí algunas técnicas:
- Ciento por ciento. Exija a cada alumno, sin excepción, el cumplimiento de las más altas normas de conducta. Tres principios básicos: 1) intervenga de la forma menos invasiva posible; 2) sea ponderado, firme y sereno, y 3) privilegie el buen comportamiento.
- Qué hacer. Las instrucciones sobre conducta deben ser específicas, concretas, consecutivas y observables.
- Voz fuerte. Los maestros transmiten autoridad con cinco principios básicos: 1) economía de lenguaje: pocas palabras valen más que muchas; 2) no trate de hablar al mismo tiempo: espere que guarden silencio; 3) no se salga del tema: evite discutir otras materias mientras no haya resuelto el tema planteado; 4) mire de frente y con aplomo: párese de frente al curso y no se mueva mientras habla, y 5) autoridad tranquila: cuando quiera controlar al curso, hable pausado y más bajo de lo normal.
- Háganlo otra vez. Haga nuevamente una tarea en la que los estudiantes fallan en completar exitosamente. Desafíe a sus alumnos para que den lo mejor de ellos pidiéndoles que lo hagan otra vez para hacerlo bien, mejor o perfecto.
- Preocúpese por los detalles. El orden y la limpieza del salón de clases incentivan a los alumnos a alcanzar los estándares más altos.
- Umbral. Establezca un ritual para cuando los alumnos entren al salón de clases. Debe ser claro y enseñar a los alumnos que el salón de clases es diferente al resto de los lugares a donde va.
- Sin advertencia. Sólo advertir es contraproducente. Actúe y tome la medida adecuada.