Gioconda San Blas: por la senda científica
Cuando estudiaba secundaria, Gioconda San Blas, actual Presidenta de la Academia de Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales de Venezuela e investigadora emérita del Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (IVIC), no quería estudiar Ciencias, sino Derecho. Todo parecía encaminarse hacia esa elección hasta que, una mañana, su profesora de Química hizo una encuesta entre sus alumnos sobre qué carrera pensaban estudiar al salir del colegio. Al descubrir que Gioconda quería dedicarse a las leyes, su profesora no sólo se sorprendió, sino que la instó a que lo pensara mejor y estudiara una disciplina científica, en vista de la habilidad que había demostrado en esa área. Ese día fue determinante en la vida de Gioconda San Blas. A tal punto que cuando llegó la hora de inscribirse en la universidad, no lo pensó mucho y escogió la carrera de Química. Elegía, en ese instante, un oficio de por vida. No son pocos los casos en que ciertos profesores poseen el don de revelar la vocación que el alumno ignora.
Gioconda San Blas nació en Caracas el 14 de diciembre de 1943. Estudió la primaria en el San José de Tarbes e hizo su secundaria en Uruguay, en el colegio Santo Domingo de Montevideo. Al volver a su país, empezó a estudiar en la Universidad Central de Venezuela. Allí se graduó como licenciada en Química en 1967, y ese mismo año dio sus primeros pasos en el IVIC. Becada por este instituto, obtuvo en 1972 el doctorado en Bioquímica en la Universidad Heriot-Watt (Edimburgo), donde se especializó en bioquímica y biología molecular del dimorfismo y patogenicidad de hongos patógenos para humanos, tomando como modelo el hongo Paracoccidioides brasiliensis, productor de la micosis más frecuente en América Latina. Al regresar a Venezuela, trabajó como investigadora en el IVIC hasta llegar a ser titular emérita y jefe del laboratorio de micología y también del centro de microbiología y biología celular. Para ese momento, Gioconda San Blas ya había asumido plenamente el mundo científico como un mundo propio, en el que la investigación nunca se detiene y debe estar al servicio de la sociedad.
Casada con el también licenciado en Química, Felipe San Blas, Ph. D. en Genética Microbiana, Gioconda San Blas es madre de tres hijos varones que han sabido incorporar a sus vidas el amor por la ciencia inculcado en la familia: Agustín, quien trabaja como asistente de catalogación en la Biblioteca Marcel Roche del IVIC; Ernesto, ingeniero agrónomo, Ph. D. en Ecología e investigador científico en el IVIC; y Felipe, ingeniero químico, Ph. D. en Mecánica de Fluidos, radicado en Londres.
Aunque San Blas posee una evidente afición por la música –sabe tocar piano, guitarra y cuatro, además de poseer un registro de contralto que le ha permitido participar en corales–, afirma que su mayor pasión es la lectura. Aficionada especialmente a los libros de ciencia, historia, filosofía y literatura, señala que Demian de Hermann Hesse y El Principito de Antoine de Saint-Exupéry se encuentran entre sus obras dilectas. Más recientemente, le ha dado por leer en profundidad sobre política nacional e internacional, como una marera de mantenerse al día en esa área y nutrir sus artículos para el diario Tal Cual, donde es columnista desde el año 2011.
En un país donde los gobiernos se han caracterizado por manifestar un desinterés por el ámbito académico de las ciencias, el cual además ha permanecido, hasta una fecha no muy lejana, dominado por hombres, Gioconda San Blas fue la primera mujer que presidió la Academia de Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales (Aficman) –creada en 1917–, a donde ingresó, también pionera, como individuo de número en 2007. Actualmente, su espíritu de compromiso educativo por el país la ha llevado a desempeñarse como directora de la jurisdicción de Ciencia y Tecnología de la Gobernación del Estado Miranda y ha recibido numerosas distinciones, como la Orden Andrés Bello (3era. clase, 1982; 1era. clase, 1996); la Orden Luisa Cáceres de Arismendi (clase única, 1996); y la Orden Hermanos Salias (1era. clase; 2007), entre otros reconocimientos.
“Un investigador –afirma San Blas– que no sepa transmitir su conocimiento a las nuevas generaciones es un ser incompleto”. Por eso, agrega que “estudiar es el centro de cualquier investigador científico, pues el aprendizaje apenas empieza cuando uno se gradúa en la universidad”. Con esa labor que recomienza todos los días, Gioconda San Blas continúa dejando una valiosa huella de saber en la historia de las ciencias en Venezuela.
Luis Yslas