Mari Montes: palabra por la goma
Hay temores que en vez de paralizar, potencian. Cuando la periodista Mari Montes empezó a trabajar como anunciadora de béisbol en el estadio universitario de Caracas, el miedo le desató los nervios. Eso le costó varios errores que fue superando gracias a su entereza, pero sobre todo, a que sabía escuchar, corregirse, aprender. En sus labores para la prensa escrita y radial en Venezuela debió lidiar también con el temor de ser incomprendida por algunos peloteros, colegas y fanáticos a quienes les resultaba incómoda la presencia de una mujer en el dugout, en el terreno de juego, entre los comentaristas de béisbol…, espacios “supuestamente” propios de la masculinidad. Sin embargo, su profesionalismo pronto le granjeó el respeto en el medio deportivo. Por lo visto, Mari Montes no cree en miedos insuperables. Los domina mediante una sola estrategia: la preparación. Mientras más explora el área que la ocupa, los temores se van ponchando uno a uno, vencidos por el brazo imbatible del estudio. “Lo importante del miedo es superarlo: apoyarse en los amigos, en la familia y en el conocimiento”, señala quien durante más de veinte años ha hecho de su oficio una pasión competente, invicta ante los temores.
La comunicadora social egresada de la UCV, María Enriqueta Montes Méndez, nació en Caracas el 20 de mayo de 1967. Estudió en la escuela básica J. M. Alfaro Zamora del bulevar de El Cafetal. De esos pasillos evoca un aroma inolvidable: el del grafito de los lápices recién afilados. Un olor que describe la atmósfera apacible que vivió en esa institución donde tuvo de compañeros a Omar Vizquel y Rubén Peñalver. Fueron días de alegrías y aprendizajes, por lo que el colegio se convirtió en “un lugar al que siempre quería volver”. Dos maestras ocupan un sitial de honor. María Victoria, quien le enseñó a dominar las matemáticas, e Ignacia, una morena de negra y luenga cabellera que la impactaría no solo por su belleza, sino porque fue ella quien le regaló su primer libro: Platero y yo de Juan Ramón Jiménez. Gracias a ellas, Mari Montes se adentró con pie firme en la doble senda de los números y las letras, esenciales para su futura labor periodística: llevar las cuentas y echar los cuentos del béisbol.
Desde muy niña, Mari Montes tenía muy clara su vocación: estudiaría periodismo. Le gustaba el mundo de las noticias, de la comunicación, de la escritura. Pero su fascinación por el béisbol tiene fecha oficial de nacimiento: la Serie Mundial de 1975, entre los Medias Rojas de Boston y los Rojos de Cincinnati, que Mari Montes dice haber visto por primera vez por decisión propia junto a su padre, figura decisiva en sus tempranos entusiasmos deportivos.
Se estrenó como periodista en Venpres. Luego entraría en Radio Capital como reportera y productora, y a partir de 1990 sería el ancla, junto con Marisabel Párraga y Eli Bravo, del programa Adán, Eva y la Culebra. Su primer espacio televisivo apareció en Globovisión, donde trabajó siete meses conduciendo el programa Líder en Directo. Ha colaborado también para El Mundo, El Universal y el portal digital Prodavinci. En 2015 se mudó junto con su familia a Miami y actualmente es ancla del programa de deportes en El Venezolano TV.
“La lectura es indispensable para cualquier profesión –señala Montes–. Y más aún para el comunicador social. Porque la única manera de escribir es leyendo”. Aficionada a la obra de novelistas como Gallegos, García Márquez, Bryce Echenique, Cortázar, González León y Marías, así como de los cronistas Oscar Yánez, Juan Vené y Humberto Acosta, Mari Montes ha hecho de la escritura propia un campo de juego y oficio donde se permite transmitir libremente su pasión por el béisbol. Entre sus libros de crónicas se encuentran Mis barajitas. Crónicas de béisbol; Leones. Crónicas fanáticas; Por la goma 2004: un año por encima del promedio; y Por la goma 2005: Guillén y otras alegrías, con ilustraciones de Rayma Suprani. Asimismo, ha incursionado en la literatura infantil con Lucía: la pelota que soñaba con llegar al Salón de la Fama, ilustrado por Eduardo Sanabria (EDO); y, más recientemente, Los héroes del abuelo, con dibujos de Gerald Espinoza. Montes ha sumado además su conocimiento al teatro con el unipersonal Tania en pelotas, escrito para Tania Sarabia, y actualmente compone la pieza El amor pica y se extiende, para Elba Escobar.
En esta entrega para Guao, Mari Montes afirma que “el éxito reside en hacer las cosas bien, con disciplina y constancia. También hay un poco de suerte –añade–, pero la suerte es muy interesada, y casi siempre se pone del lado de quien lo hace bien”. Su multifacética labor en el ámbito del deporte pone de manifiesto que Mari Montes es una profesional con el talento y la suerte de su lado.
Luis Yslas