Visiones encontradas sobre el 5 de julio de 1811
(Para la discusión historiográfica)
Una vez declarada la independencia, hubo diferentes interpretaciones y valoraciones sobre el hecho Venezuela entre quienes apoyaron la Independencia y quienes por el contrario, estuvieron en contra de esta decisión, especialmente durante el siglo XIX, cuando se elaboraron las primeras versiones sobre lo ocurrido. En el primer caso, se toman las versiones elaboradas por Francisco Javier Yanes y José de Austria, ambos comprometidos defensores de la Independencia quienes presentan de manera favorable lo sucedido el 5 de julio de 1811. En abierto contraste con esta posición se ofrecen dos textos, uno elaborado por Mariano de Torrente, historiador español y defensor de la Monarquía y otro de José Domingo Díaz, médico y periodista caraqueño quien fue decidido defensor del gobierno de la Monarquía y enemigo rotundo del proyecto de Independencia. El propósito es que puedan ser revisadas con el propósito de conocer y discutir cuáles fueron las razones y los argumentos que sustentan cada una de estas interpretaciones y de esta manera contribuir a enriquecer el debate y la comprensión sobre este importante hecho de nuestra historia.
Francisco Javier Yanes, miembro del Congreso Constituyente y defensor de la Independencia.
Nacido en Camagüey, Cuba, en 1777, se trasladó a Caracas en 1802 en cuya universidad estudió y se graduó en derecho civil en 1807. Protagonista de los sucesos del 19 de abril de 1810, miembro de la Sociedad Patriótica y defensor entusiasta del proyecto independentista, fue diputado por Araure al Congreso Constituyente de 1811 el cual presidió temporalmente y firmó la declaración de la Independencia y la Constitución de 1811. Participó políticamente durante el proceso de la unidad colombiana y también en los años posteriores a 1830. Su obra Compendio de la Historia de Venezuela desde su descubrimiento y conquista hasta que se declaró Estado Independiente concluida en 1840 circuló y fue citada por numerosos autores del siglo XIX y comienzos del XX, sin embargo, se publicó por primera vez en 1944.
“Llegó pues el tiempo en que Venezuela debía fijar para siempre sus destinos. El orden de las cosas y las circunstancias políticas lo exigían imperiosamente, y aya no era posible retardarlo sin peligro de una ruina espantosa. Venezuela conquistada por los reyes de España, y reducida por las fuerza de las armas a componer parte de aquella Monarquía, fue antes de su cautiverio una nación soberana, y tan separada del gobierno español que ni conocía la existencia de éste, ni la del antiguo mundo… Sufrió por espacio de trescientos años el despotismo, violencia, depredaciones y escándalos de los sátrapas que enviaba la Corte para aniquilarla, y siempre resplandeció una respetuosa obediencia al soberano porque se creía incapaz de aprobar tales excesos (…) Las revoluciones son producidas por dos causas principales: el despotismo de los soberanos o la mala manera con que los pueblos son gobernados. Si la naturaleza ha dicho a un individuo en su fuerza física y moral, tú eres libre, ningún ser en el mundo tiene derecho a dirigir tus acciones, claro está que ella no ha podido decir a un pueblo que él debería estar eternamente sometido a una cierta dominación, puesto que ese pueblo se compone de hombres que han nacido libres. En las colonias y provincias distantes de la Metrópoli las revoluciones por lo común han sido la obra de los malos gobernantes y pocas veces las de los gobernados que tal vez no pensarían en sublevarse de ellos, si fuesen dirigidos con justicias y equidad. (…)
Las colonias son respecto a las metrópolis lo que los hijos a los padres, y por consiguiente los derechos de éstas sobre aquéllas, los mismos que la naturaleza ha dado a un padre sobre un hijo. Mientras que la madre patria tiene sobre sus colonias la ventaja de la fuerza física y moral que un padre sobre sus hijos, claro está que ellas no pretenderán sacudir el yugo, antes bien los lazos que las unen con aquéllas serán más fuertes, cuando que consistirán en las necesidades de las colonias, y en los sacrificios de la madre patria. Mas sucederá lo contrario desde el momento en que las colonias hayan llegado al tiempo que la naturaleza les ha señalado para la emancipación. Siendo pues las colonias respecto de sus metrópolis lo que son los hijos relativamente a sus padres, es decir, nacidas en un estado de dependencia; es evidente que cuando la naturaleza ayuda su acrecentamiento físico y moral, no puede tener otro objeto que conducirlas al término en que un día puedan declarar su independencia y libertad, tal es el voto general y constante de la naturaleza, y tales los motivos que hacían desear con ansia la independencia de Venezuela”
Francisco Javier Yanes. Compendio de la Historia de Venezuela desde su descubrimiento y conquista hasta que se declaró Estado Independiente, Caracas, Academia Nacional de la Historia, Editorial Elite, 1944, pp. 195-197.
José de Austria, caraqueño comprometido defensor de la Independencia.
Nació en Caracas en 1791. Se vinculó a la causa de la independencia desde sus inicios, estuvo a las órdenes de Francisco de Miranda en las campañas militares de 1811 y 1812 y se mantuvo en el ejército libertador hasta que concluyó la guerra de independencia. Se mantuvo activo en la vida política y militar de Venezuela, participó en numerosas campañas hasta la guerra federal y ocupó diversos cargos públicos. En 1855 publicó el primer tomo de su obra Bosquejo de la Historia Militar de Venezuela en la cual se detiene en los sucesos que condujeron al 19 de abril de 1810 hasta la capitulación del año 1812. El segundo tomo fue publicado dos años después, en Valencia y concluye en el año 1816. José de Austria falleció en Caracas el 19 de diciembre de 1863. Los fragmentos recogen su apreciación sobre la decisión independentista del 5 de julio de 1811.
“Apareció en su hermoso y dorado carro la aurora del 5 de julio de 1811; se abrió el gran libro de los destinos y en él se vio escrita por el dedo de la Providencia la libertad del Nuevo Mundo. La sobra de Colón, envuelta en las nubes de aquella diáfana y brillante atmósfera, reanimó los espíritus; y el recuerdo de trescientos años de injusticias, de ultrajes, de opresión, inflamó los pechos e indignó los corazones. A pesar del calor y entusiasmo en las discusiones, brilló la libertad en los diputados y el mutuo respeto que se tributaban. El Dr. Manuel Vicente Maya, representante por la Grita, protesta que no puede acceder por ahora a la declaratoria de independencia, por ser contraria a la cláusula expresa de las instrucciones que le han dado sus comitentes. En este acto presentó el Sr. orador sus instrucciones, y se leyó expresamente la cláusula que habla de este asunto. En cuya inteligencia salvó su voto y pidió se certificase para satisfacer a sus comitentes; lo que se le concedió por el Congreso. Aquel día célebre, fue sancionada nuestra independencia absoluta de la España, por los dignos representantes de la voluntad del pueblo. A la opresión sucedió la libertad, y para afianzar la paz, forzoso fue hacer la guerra”
“Desde aquella época de súbita regeneración no hubo ya treguas entre la libertad y la tiranía; los patriotas empuñaron las armas para sostener la emancipación de Venezuela, y los antiguos dominadores, juraron una guerra de exterminio contra los naturales, sus propios hijos. ¡Tan inmoral y sacrílega es algunas veces la razón de estado entre los hombres!”
José de Austria. Bosquejo de la Historia Militar de Venezuela, Caracas, Academia Nacional de la Historia, 1960, pp. 164 y 173.
Mariano de Torrente, historiador español
Nació en la provincia de Aragón en 1792. Estuvo al servicio de los franceses luego de la invasión napoleónica a la península. Al regresar Fernando VII al trono se mantuvo leal a la corona. En 1829 se publica en Madrid su Historia de la Revolución Hispanoamericana, primera obra dedicada al estudio de los sucesos americanos desde la perspectiva de los defensores de la monarquía. El propósito del autor al preparar los tres tomos que componen la obra era “…rectificar la opinión tan extraviada por los insurgentes y sus partidarios europeos, únicos impuros canales por donde, pude decirse, han sido comunicados al Mundo antiguo, los excesos de aquella terrible revolución”.
Al publicar su obra, en 1829, Torrente estaba persuadido de que todavía era posible recuperar las antiguas posesiones ultramarinas. Mariano de Torrente murió en La Habana en 1856. Su obra no ha sido reeditada desde 1829. Se reproducen aquí dos fragmentos relativos a la reunión del Congreso y la declaración de la independencia de Venezuela.
“La elección de diputados para el congreso que se había de reunir a principios de este año (1811), fue en parte cual podía esperarse de los medios de intriga con que fue manejada, si bien entre los revoltosos se vieron mezclados varios sujetos timoratos y buenos realista, y algunos honrados labradores que jamás habían oído cuestiones políticas de gobierno, y que cifraban toda su felicidad en el cultivo de sus haciendas, en la educación de sus hijos y en la obediencia a aquella autoridad paternal que con tanto acierto y provecho había gobernado a sus respetables ascendientes.
Este cuerpo compuesto de tan heterogéneos elementos, se instaló en los primeros días del año, abrazando como modelo de imitación los principios políticos proclamados en Cádiz. La inauguración de dicho congreso fue celebrada con brillantes funciones públicas, en las que el lujo y la extravagancia compitieron a porfía en divinizar suinjusta empresa.
La rebelión no había tomado hasta entonces las horribles formas con que muy pronto fue manchada. La gente sensata, que conocía las dificultades de reprimir los primeros ardores de una juventud fogosa y decidida, se mantuvo pacífica espectadora del curso de los sucesos, esperando que el tiempo, el cansancio, el desengaño, y los mismos desórdenes, que debían ser consecuencia inmediata de aquellos movimientos, serían los agentes más poderosos para restablecer el sistema antiguo, a cuya sombra habían tomas las provincias de Venezuela un auge y una preponderancia sin igual que formaba la mayor apología de sus reglas administrativas” (…) “El día 5 de julio será memorable por sus excesos en los anales de la revolución venezolana. En aquel día la juventud sediciosa obligó al congreso a declarar la independencia, y corrió mucho riesgo de ser asesinado el respetable Maya, que había tratado de contener aquel desorden: reunidas las tropas en la plaza de la catedral arrastraron las banderas y escarapelas españolas, cometieron igual desacato contra los retrataos de Su Majestad, arrancándolos de varios lugares en los que la más firme lealtad los tenía colocados, se profirieron las más obscenas e injuriosas expresiones contra los peninsulares; y el populacho tomó tal ascendiente en aquella escena de bullicio y desorden que se apoderó un terror pánico aun de aquellos mismos que tan impolíticamente lo habían movido. Todos los hombres honrados estaban ocultos en sus casas temiendo los terribles efectos de aquel estado de embriaguez popular”
Mariano de Torrente, Historia de la Revolución Hispano-Americana, Madrid, Imprenta de León Amarita, 1829, tomo I, pp. 222-223; 223-224.
José Domingo Díaz, caraqueño defensor de la Monarquía
Nació en Caracas el 3 de agosto de 1772. Hijo expósito fue criado por los sacerdotes Domingo y Juan Díaz Argote; se graduó de médico en la Universidad de Caracas en 1795. Enemigo declarado de la independencia, fue redactor de la Gaceta de Caracas bajo la administración del gobierno realista y defensor irrestricto de la monarquía hasta el fin de sus días. En 1821 se vio obligado a salir de Venezuela y se estableció en Puerto Rico en donde se desempeñó como intendente de la Real Hacienda. En diciembre de 1828 viaja a España cuatro meses después se publica en Madrid su libro Recuerdos sobre la Rebelión de Caracas. La obra recoge su pensamiento contrario a la independencia y su implacable condena a los jefes patriotas. Los fragmentos que se transcriben a continuación dejan ver muy claramente cuál fue su parecer respecto a la decisión independentista. El primer texto fue escrito en Curazao, el 15 de octubre de 1813; el segundo el 31 de diciembre de 1826, 13 años después, cuando se encuentra en Puerto Rico. Ambos fueron tomados de su libro Recuerdos sobre la Rebelión de Caracas.
“Nuestra patria no está en el caso de existir independiente. Muchos años faltan para que podamos representar por nosotros solos y no necesitemos del abrigo, cuidado y protección de la madre que nos dio el ser. Los Estados son como los individuos que los componen. Así que, como una persona no sale de la patria potestad, sino en aquel tiempo y edad en que la ley, por sus fuerzas y sus luces, la considera capaz de dirigirse y mantenerse por sí sola, así nuestra patria será independiente cuando tenga una población que pueda llamarse nación, unas fuerzas y riqueza que la hagan respetar y una ilustración que la ponga en estad de dirigirse por sí misma. Pensar lo contrario es el mayor delirio que ha conocido la historia.
“Nuestra patria no puede existir sin en la clase de provincia dependiente de un estado poderoso: cada una de las que componen la República de Colombia se hallan en el mismo estado, y todas juntas están en la propia situación. Para ser independiente le falta población y rentas suficientes a este rango; porque en él son indispensables gastos incapaces de cubrirse con sus rentas ordinarias. Por más sofismas que se inventen para alucinarse los interesados y alucinar a los que no lo son, los hechos y resultados en su oportunidad van demostrando que no los engañamos.”
José Domingo Díaz. Recuerdos sobre la rebelión de Caracas, Caracas, Academia Nacional de la Historia, 1960, pp. 168 y 435.